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»Si algún levita desea de todo corazón ir al santuario, y deja su lugar de residencia, no se lo impidan. Ese levita tiene el derecho de ministrar en el nombre del Señor en esa ciudad, de la misma manera que sus hermanos levitas que trabajan allí regularmente. Tendrá participación de los sacrificios y ofrendas por derecho propio, no como ayuda en caso de necesidad.

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